miércoles, 13 de octubre de 2010

Las cartas de Meri

A los dieciséis años escribí una carta de dos páginas titulada "Una muerte injusta". Todavía la guardo. En ella vomité toda la tristeza y la inquietud que me produjo la muerte de uno de los mejores amigos de mi padre, el Pep de Premià. Aún recuerdo sus ojos saltones y su peculiar sentido del humor. Mi instrumento musical preferido es el saxo, creo que en parte motivado por la cinta de cassete que nos regaló una vez y que mi padre solía poner cuando íbamos en coche, con canciones en las que sonaba un saxo.

En la universidad escribí una carta a una de mis amigas, Zorione. Murió su padre y sentí la necesidad de darle mi apoyo. Y lo hice así, con mis sentimientos plasmados por escrito.

Cuando acabó la Universidad, el hombre que hoy es mi pareja se fue cuatro meses a Manchester a estudiar inglés. Me escribí cartas con él que guardo en la mesilla de noche como un tesoro. Así, si un día se incendia mi casa, sólo tengo que meter la mano en el cajón, agarrarlas rápidamente y salir corriendo. Alguna vez las he releído y, a parte de pensar "cuánto amor había ahí", también me sirven para darme cuenta de cómo ha cambiado mi manera de pensar en ciertos aspectos de la vida a lo largo del tiempo.

Nació mi primer hijo y no pude frenar el impulso de escribirle una carta a mi matrona. Fue un momento vital de mucha intensidad. Cosas que siempre había imaginado que me emocionarían, no lo hicieron. Y cosas que nunca me hubiera pensado, fueron capaces de emocionarme muchísimo. Compartes un tiempo de tu vida con una persona, la que ayuda a traer a tu hijo al mundo, que es muy breve pero emocionalmente tan intenso que acaba convirtiéndose en alguien muy presente en tus recuerdos y en tu corazón.

Me operaron de miopía al cabo de unos años y escribí una carta de agradecimiento al equipo médico que me llevó. El impulso fue fruto de la euforia que se destapó en mi por el simple hecho de ver. Aún recuerdo cómo empezaba: "Me paso el día alucinando. Vivo cada minuto con una euforia contenida que trato de no compartir en exceso con los demás, para no parecer idiota. Veo, veo, veo. Cierro los ojos, los vuelvo a abrir y veo. Como si fuera lo normal. Tal vez es lo normal pero no para mí ...".

Escribí otra carta a la que fue profesora de guardería de mis dos hijos durante cuatro años. Por sus manos pasa la educación de tantos niños en una etapa tan decisiva de sus vidas y sentí la necesidad de agradecerle su dedicación y constatarle lo mucho que lo valoramos como padres.

Y así he ido esparciendo mis cartas por el mundo, a uno y a otro. Realmente me gusta escribir pero también es una necesidad que nace de mi interior. Un impulso que muchas veces no puedo frenar. "Escribe un libro ..." me han sugerido en ocasiones. Pero es que hay tanta gente a la que le gusta escribir y tanta gente que escribe tan bien ... Tal vez un día me decida y lo haga por mi. No para convertirme en una escritora famosa sino para dar rienda suelta a esa cabecita que siempre está ahí pidiéndome más.

3 comentarios:

  1. Que hermoso lo que escribes, también he escrito en los momentos estelares de mi vida, y muchos dicen que escribo bien... si se puede decir así.
    Participo de un blog (http://www.psicofxp.com) donde hay un foro literario y jugamos y practicamos el escribir...
    Mi carta más dura fue la despedida de las cenizas de mi Tía Martha, en un barquito sobre el río Calle Calle... tal vez te puedas imaginar como cambió para mi el sentido de ese río.

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  2. Caramba. Está claro que somos toda una especie, muy numerosa ...
    Por cierto, que ahí van en un pequeño post unas palabras que acabo de escribir pensando en los chilenos ...

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  3. Yo también me uno a los escriores anonimos que escribimos para satisfacer nuestras ganas de relatar.. Un saludo y enhorabuena Meri.

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