domingo, 15 de enero de 2012

La metamorfosis de Kafka

Me acabo de leer La Metamorfosis, de Franz Kafka. No voy a entrar en detalles sobre cómo ha ido a parar a mis manos un libro como éste, porque la historia puede resultar tan rocambolesca como la propia imagen que uno pueda tener a priori del autor y de su obra. Todos hemos oído en algún momento aquello de que algo resultó “kafkiano”, en alusión a que fue complicado, enrevesado o de difícil comprensión.

Pues la verdad es que me esperaba eso, un libro complicado. Y me he llevado una sorpresa, pues es un libro ameno, corto, fácil de entender y con un lenguaje muy familiar. Tengo la sensación de que he tenido en mis manos una de las obras más importantes de la literatura del siglo XX y no he debido saber apreciarla, porque no estoy especialmente exaltada ni profundamente emocionada por haber leído algo espectacular. Me he encontrado un libro que me ha gustado, original en su argumento, gracioso a la par que triste y de aquéllos que consiguen hacerte entrar y sentirte partícipe, como espectador, de lo que está ocurriendo en la escena de los hechos. Y eso es una capacidad que no todo el mundo tiene, además de ser algo que personalmente valoro mucho porque es una de las cosas que consiguen que me enganche a un libro.

De qué trata La Metamorfosis de Franz Kafka
La historia es la de un hombre, un viajante de comercio llamado Gregor Samsa, que de un día para otro se levanta de la cama convertido en una especie de gran escarabajo. Y todo el libro narra la vivencia de Gregor como escarabajo: la dificultad para moverse, las contradicciones que siente respecto a la comida que ahora le gusta, sus paseos por la casa y la habitación, las reacciones de su familia … Su vida como bicho. Y al mismo tiempo existen pensamientos de Gregor que te hacen reflexionar sobre otras cosas, como la soledad, la impotencia ante la imposibilidad de comunicarse con el mundo que nos rodea, el maltrato a los animales o cómo las personas tenemos la capacidad de condenar a alguien a la más cruel y lenta degradación.Y es que en eso consiste, en definitiva, La metamorfosis de Kafka: en la triple y sucesiva degradación de la persona como miembro de la sociedad, como miembro de la familia y finalmente como individuo.

Gonzalo Hidalgo Bayal es el autor del interesante prólogo del libro, gracias al cual podemos introducirnos en el mundo de Kafka.

De Kafka me llevo la angustia literaria que sentía por la dificultad o imposibilidad de llevar al papel lo pensado o imaginado y alguna de sus frases, como “Creo que sólo debemos leer libros que nos muerdan y nos arañen" o "Un libro debe de ser el hacha para el mar helado que llevamos dentro”. A la hora de escribir, "a Kafka no le atraían distracciones y entretenimientos. Ni concebía la literatura como una edulcoración de la existencia, ni como anestesia ni suplantación del paraíso. La literatura debía de ser el modo de hurgar en la herida, de removerla y, si no había herida, de construir una desgracia dolorosa".

Dice Gonzalo Hidalgo en el prólogo que La Metamorfosis no es una confesión y que sería una simplificación buscar una conexión absoluta entre la obra y la vida familiar del autor o su aflicción existencial. No hay que leer la obra intentándola someter a la razón o la comprensión del por qué de la historia. En eso consiste lo kafkiano, en la imposibilidad de comprender. Como dice Gonzalo Hidalgo, el lector de las obras de Kafka, incluso si toma la protección de protegerse con la bibliografía académica, ha de saberse condenado, como Kafka, a no entrar nunca en el castillo. Tendrá que limitarse a hacer lo mejor dentro de lo posible, ya que lo óptimo le está vedado. Y al inquieto afán de un perpetuo e inexpugnable “qué quiso decir”, habrá de oponer siempre y preferir el eficaz, definitivo y verdadero “pero lo que dijo”.

lunes, 9 de enero de 2012

Navidades

Luces, adornos, decorados, pesebres, reencuentros, abrazos, comidas, turrones, sobremesas, villancicos, poemas, felicitaciones, mensajes, loterías, celebraciones, campanadas, uvas, brindis, regalos. Millones de personas moviéndose al son de un mismo ritual. Unos las desean, otros ya las añoran, algunos simplemente las pasan y hay quienes las detestan. Se acabaron. Por fin se acabaron o qué lastima, se acabaron. Pero ya pasaron. Y comenzamos uno más. Ilusiones, propósitos, proyectos, energías, ánimos, esfuerzos. Y alegría. Mucha alegría. Por haberlas vivido de nuevo. Y porque un año más, seguimos aquí. Bienvenido y feliz 2012.