Una de las visitas imprescindibles en Estocolmo es el Museo Vasa, construido especialmente para albergar un enorme buque de guerra que se hundió en 1628 y fue rescatado 333 años más tarde de las profundidades del mar, reconstruyéndose con un 98% de piezas originales y centenares de esculturas talladas. A día de hoy, el Vasa es la nave del siglo XVII en mejor estado de conservación del mundo. Se exhibe en este museo de la capital sueca, al que vale la pena acudir a primerísima hora, justo cuando abren, para poder deleitarse tranquilamente y sin apenas gente por las distintas exposiciones que relatan su historia. El Vasa fue un galeón encargado por el rey sueco Gustavo II Adolfo y comenzó a construirse en Estocolmo en 1626. En su elaboración participaron unas 400 mujeres y hombres durante 3 años de duro trabajo. Era una embarcación robusta de 3 mástiles, 10 velas, 52 metros de altura, 69 de eslora y un peso de 1.200 toneladas. Con sus 64 cañones, el Vasa estaba llamado a ser el orgullo de la flota de la gran potencia sueca.
Pero en 1628, nada más salir de puerto en su viaje inaugural, el Vasa escoró y naufragó en las aguas de la ciudad. Mientras el imponente buque abandonaba lentamente el puerto, todos los cañones se asomaban por sus puertas abiertas disparando las salvas de honor. Tras varios golpes de viento, el barco se ladeó, el agua comenzó a entrar a borbotones por esas puertas y acabó yéndose a pique. Todo pasó muy rápido y de las aproximadamente 150 personas a bordo, perdieron la vida entre 30 y 50. La mayoría sobrevivió porque en el momento del hundimiento iban en la cubierta del barco, y porque muchas de las personas que se concentraron en el puerto para verlo zarpar pudieron ayudar a los naufragados.
Por qué se hundió el Vasa
La recuperación del navío
Anders Franzén, un técnico marino sueco y arqueólogo naval aficionado, sentía fascinación por los pecios que reposaban bajo las aguas del archipiélago de Estocolmo. Guiado por información obtenida de documentos del siglo XVII, Franzén buscó el Vasa entre los veranos de 1954 a 1956 con ayuda de rastras que acarreó por el fondo marino desde una lancha motora. En agosto de 1956, al explorar junto con el buceador Per Edvin Fälting en las proximidades del islote de Beckholmen, la draga quedó atrapada en un objeto de madera de roble de gran tamaño. Habían dado con el Vasa.
En otoño de 1957, los buzos iniciaron el despeje de túneles bajo el navío para los futuros cables de izamiento. El buque emergió del agua en abril de 1961, recuperándose con él más de 14.000 piezas sueltas de madera. El navío y sus distintos elementos se conservaron por separado, convirtiéndose en el mayor rompecabezas técnico del mundo cuando hubo que restituir todas esas piezas que, por cierto, entrañan un simbolismo fascinante: ninguna esta creada y colocada ahí por azar.


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