viernes, 18 de marzo de 2022

Exposición Inmersiva Van Gogh - Los girasoles de Van Gogh

Una de las cosas que más me gustan de las exposiciones inmersivas es que te permiten sentir al artista a tu lado, como si te estuviera explicando su vida, sus sentimientos, las cosas que le pasan. Y eso te permite entender, de una forma muy natural, sin esfuerzo, el sentido de todo lo que ves pintado o expuesto a tu alrededor. De todas y cada una de las obras del artista. 

Las nuevas tecnologías nos han regalado esta nueva manera de experimentar el arte, involucrándonos y permitiéndonos aprender y entender mucho más que si estuviéramos contemplando las obras en silencio en un museo. Visitar los museos en silencio también me encanta, pero ojalá que fuera siempre después de haber pasado por una experiencia inmersiva, porque así ya has interiorizado mucho de forma previa lo que sea que vayas a contemplar.

Estos días hemos podido disfrutar en Barcelona de una exposición inmersiva, cautivadora y dinámica, que nos ha permitido ver y sentir el mundo a través de los ojos de Vincent van Gogh, donde todo lo que vemos a nuestro alrededor está proyectado a escala aumentada y de forma tecnológica.

Nada más entrar en la exposición inmersiva "El Mundo de Van Gogh" ya quedas inmediatamente transportado a otro tiempo y a otro lugar, concretamente a mediados del siglo XIX, sumergiéndote en el mundo del artista. Su vida, muy bien explicada en los paneles, junto a sus obras, te sitúa, te da contexto y te ambienta en sus diferentes etapas. Un viaje hacia Arles, Saint Rémy y Auvers-sur-Oise -donde creó la mayoría de sus obras maestras- a través del cual uno llega a comprender la evolución de los colores, las técnicas y los elementos o los paisajes que pinta.

La tristeza es el sentimiento que más te invade de golpe en ese comienzo del viaje, al aprender que fue una persona muy marcada desde su nacimiento, pues nació justo un año después que su hermano mayor -que murió al nacer-, dándole sus padres el mismo nombre que a él. Una persona rechazada laboralmente, socialmente y en el amor; que no consigue conectar con la gente, que se siente incomprendido, perdido y desorientado; y que siente mucha soledad, provocándole todo ello muchos problemas de salud mental. Cuánto sufrimiento detrás de unas pinturas tan bonitas y tan valoradas por el mundo.

Después de los paneles puedes experimentar un viaje sensorial al universo de Van Gogh a través de las luces, los colores y la música, una hechizante banda sonora, del compositor español Adrián Berenguer, que intensifica las emociones que vas sintiendo a cada momento. 

Puedes disfrutar sintiéndote dentro de la eterna noche estrellada ...


observar frente a frente cada uno de sus muchos autorretratos ...


o tomarte un café literalmente metido en su cuadro "Terraza del café de la Place du Forum en Arlés por la noche".


El recorrido finaliza en una sala de proyección 360º donde te puedes sentar relajadamente y dejarte llevar por el mismo Van Gogh contemplando a gran escala la evolución de su trayectoria personal y artística. Todo ello gracias a las cartas que le escribía a su hermano, cartas que se conservan y a cuyos fragmentos ahora le ponen voz.

Acabas reteniendo muy bien las anécdotas que más te impactan, en mi caso que Van Gogh sólo vendió una única obra en vida ("El viñedo rojo") -por ejemplo-, o que alguien pagó más de 70 millones de dólares en una subasta por el único retrato del autor sin barba, no sabiéndose aún hoy quién lo compró. El enigma alrededor de su muerte, o los 80 cuadros que pintó al final de su vida (2 cuadros por día en dos meses). Y sales contento de entender por qué pinta lo que pinta, qué cosas le han influenciado para pintar lo que pinta, para pintar como lo hace, con el trazo y con los colores que utiliza.

LA NOCHE
"Estoy agotado. Busco refugio en la noche. La noche no me juzga, no me humilla. Me ayuda a olvidar los fracasos del día. Veo las estrellas y me imagino otro universo, más justo, más humano, más feliz".


EL AMARILLO
"Empiezo a enamorarme del amarillo. Pinto todo en amarillo. La tierra, el cielo, incluso la gente tiene ese tono amarillento de piel besada por el sol. Creo que podría pintar nada más que con el amarillo".



LOS GIRASOLES
"Me encantan los girasoles. Para mí simbolizan la gratitud, la luz pura que ofrece alivio a los corazones rotos. Cuanto más miro los girasoles, más riqueza descubro en ellos".

Van Gogh realizó una serie de lienzos donde los protagonistas absolutos eran los girasoles, después de inspirarse en París, al visitar los jardines de Montmatre.

El artista quedó tan prendado del color y forma de estas flores, que decidió decorar su casa con una serie basada en ellas para celebrar la llegada de su amigo Gauguin, y así conseguir sorprenderle.

Para Van Gogh los girasoles simbolizan la esperanza. Su forma y color lo asociaba a su propio concepto del sol, su mundo interior. El amarillo es uno de lo colores que más se relaciona con el artista holandés ya que era uno de sus preferidos y por lo tanto los girasoles se han convertido en el símbolo por excelencia de su existencia como pintor.

Dentro de la serie de girasoles, Van Gogh tuvo varias formas de representarlos -en jarrones, sueltos, en conjunto, solitarios, con fondos más oscuros o claros, algunas veces marchitos-, jugando con primeros y segundos planos. Para realizarlos utilizó un pigmento conocido como "amarillo de cromo", lo que los hace tan característicos y auténticos. A su vez, el artista contrapone ese pigmento con tonalidades complementarias como azules, verdes y marrones creando una armonía perfecta.

Realizó en Arlés cuatro versiones de girasoles en 1888 y luego otras tres más en 1889. Estas se sumaban a las cuatro primeras obras con girasoles como protagonistas que realizó en su estancia en París en 1887. En comparación, aunque la temática sea la misma, puede verse una diferencia entra las obras de París y de Arlés, siendo éstas últimas de colores más vivos, más alegres, y composiciones con girasoles en jarrones en contraposición a los girasoles solitarios y marchitos de la estancia en París.

A día de hoy, su serie de girasoles se encuentra repartida por todo el mundo en diversos museos y sólo uno pertenece a una colección privada en Estados Unidos. Todos se conservan a excepción de uno de los cuadros que realizó en Arlés en 1888 ("Jarrón con cinco girasoles"), que fue destruido y quemado por los nazis durante la II Guerra Mundial por ser considerado "arte degenerado".


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