domingo, 11 de octubre de 2020

Manresa, capital del Bages

Nada más llegar a Manresa uno ya puede ver desde las afueras el edificio más emblemático de la ciudad, la basílica de Santa Maria de la Seu, que luce imponente sobre el Puigcardener, una colina cercana al río Cardener. 

Pero Manresa deslumbra al pasear por el contraste entre ese casco antiguo que conserva muchos vestigios medievales y esa zona modernista donde uno puede admirar uno detrás de otro los singulates edificios modernistas que proyectaron aquí algunos arquitectos catalanes. Tal vez el más destacado sea Ignasi Oms, que es uno de los tres nombres propios con los que más vincularemos a la capital del Bages cuando nos vayamos de la visita. Los otros dos son Ignacio de Loyola y Pere III el Cerimoniós (IV de Aragón).

Y es que aquí uno puede sentir el olor de la historia mientras pasea y constatar el paso del tiempo, porque podemos literalmente hacer un viaje medieval, admirar el esplendor del Gótico, y al rato percatarnos del estallido del Modernismo en la ciudad, identificando edificios y tiendas emblemáticas en el centro histórico.


La historia de Manresa 

El municipio de Manresa ya acogía pobladores en el neolítico. Luego se instalaron los íberos, sobre el monte Puigcardener, donde hoy se levanta la basílica de Santa Maria de la Seu, y los romanos conquistaron la población en el siglo II a. C. Los siglos VIII y IX fueron de luchas entre árabes, godos y francos. 

En el siglo X se construye un núcleo urbano y pronto aparecen nuevos barrios pero son tiempos inseguros y la ciudad sufre una de sus destrucciones, motivadas por el saqueo del sarraceno Al Mansur.  

En el siglo XII acaban los ataques sarracenos y la ciudad se consolida. Manresa se recupera y vuelve a crecer, ahora en el entorno del mercado y la plaza mayor. A pesar de una nueva destrucción sufrida, poco a poco se consolida como una auténtica ciudad medieval rodeada por su muralla.

En el siglo XIII la ciudad crece fuera de las murallas. Son tiempos de prosperidad. Manresa atrae a gente venida de fuera y crecen nuevos barrios que se van estableciendo fuera de las murallas. La ciudad se hace grande, se construyen hospitales, las nuevas calles de la nueva ciudad y una amplia zona de peleteros (cuirateries).

El siglo XIV es el gran siglo de Manresa. La ciudad llega a su máxima expansión, con 5.000 habitantes. En esta época se construye un nuevo recinto de murallas mucho más amplio. Las principales órdenes religiosas se establecen en la ciudad. Manresa no para de crecer con nuevos ravales (suburbios, o barrios extra-muros). Los manresanos empiezan a construir una nueva iglesia de las dimensiones de una gran catedral gótica. La acequia, la obra más ambiciosa, y una de las obras de ingeniería medieval más importantes de Europa, llega finalmente a las calles de la ciudad. Se construyen también el Pont Vell y el Pont Nou. Es el momento más brillante de Manresa en toda la Edad Media y pasadas la Peste Negra, otras epidemias y épocas de malas cosechas, pasarán muchos años antes de que la ciudad vuelva a remontar con esa fuerza.

Tiendas emblemáticas en el centro histórico

En los orígenes, la mayor parte del comercio se concentraba en algunas pequeñas plazas de la ciudad medieval en la Plaça Gran. Las calles que conectaban las diferentes plazas o las que llevaban a los principales portales de la ciudad eran muy concurridas y por eso, cuando la ciudad creció, los principales comercios de Manresa se establecieron en los bajos de los edificios. La consolidación como ciudad próspera y moderna hizo que se abrieran tiendas remarcables, con elementos arquitectónicos y decoraciones típicas de los estilos modernista, novecentista y racionalista. Estas tiendas históricas dan carácter y relevancia a la ciudad y por su singularidad y valor patrimonial se han protegido, de forma pionera, como bienes de protección urbanística en la categoría de arquitectura comercial. En la Oficina de Turismo te dan un folleto para no perdértelos durante tu paseo por la ciudad (hay hasta 21 reseñados).

Uno de ellos es la Farmacia Esteve (1824). De estilo modernista y restaurada en 1924, capta la atención por su símbolo, sus rótulos, sus vitrales y la decoración con madera trabajada y hierro forjado.


El estallido del Modernismo

A principios del siglo XX Manresa es una ciudad pujante. Los industriales que han hecho fortuna con el textil confían a un grupo de arquitectos de ascendencia local la construcción de sus elegantes casas, preferentemente situadas en el Paseo acabado de estrenar (Passeig de Pere III). 

Así, Ignasi Oms, Alexandre Soler i March o Bernat Pejoan han dejado la ciudad impregnada con su sello modernista en una gran cantidad de edificios.

El Casino

Es el principal edificio modernista de la ciudad y fue proyectado por Ignasi Oms en 1906. Se la considera una obra de transición, pues sobre un estilo clásico se han introducido elementos modernistas. En su inicio funcionó como local de juego y club social de la clases acomodadas, y se le conocía como el "Casino de los Señores". Hoy es una biblioteca pública y un centro cultural en el que se visitan exposiciones.

La Casa Lluvià

Es considerada la obra más referente de Ignasi Oms (1908), en la que despliega un estilo maduro plenamente modernista. Tiene un original juego de volúmenes que consigue una estructura asimétrica pero equilibrada. Decoración típicamente modernista en la fachada, con esgrafiados, esculturas, hierro y azulejos (rajolas).


Hoy el edificio es la sede comarcal del Colegio de Arquitectos de Cataluña.


Casa Torra

La Casa Torra es un edificio proyectado por Ignasi Oms en su etapa de madurez plenamente modernista. Destaca la manera original de resolver el emplazamiento del chaflán, con una estructura asimétrica que deja espacio para dos jardines


El Quiosc de l'Arpa

Ya fuera del Passeig podemos ver otros elementos y edificios. Como este quiosco, proyectado por Josep Firmat siguiendo un diseño anterior de Puig i Cadafalch. A pesar de sus pequeñas dimensiones, se le considera una perla del Modernismo aplicado. Está construido por una base de piedra trabajada con ornamentación floral y geométrica que contrasta con un cuerpo de madera y cristal. Arriba está cubierto por una vuelta de cañón en forma de cruz con aluminio forjado que le dan al quiosco un aire esbelto. Inicialmente y hasta hace unos años funcionó como quisco de prensa. Actualmente es propiedad del ayuntamiento y se usa como punto de información en las ferias y fiestas de la ciudad.

Plana de l'Om

El nombre hace referencia al imponente olmo que preside la plaza desde hace décadas. Tanto por su localización como por los establecimientos y edificios que la rodean, es una de las más concurridas de la ciudad. 

Se pueden ver algunos edificios que atestiguan el pasado barroco de la ciudad, como Ca l'Oller, o la fachada del antiguo taller de los hermanos Grau, grandes representantes de la escuela barroca manresana, y que actualmente acoge el Espai Plana de l'Om, una sala de actos y exposiciones.


Col.legi Asil dels Infants

Es una de las primeras obras de Ignasi Oms, un ejemplo de Modernismo historicista, porque está inspirado en una obra de la época del Románico. Se construyó en sustitución de un antiguo orfanato fundado en 1609 y desde entonces ha tenido distintos usos, entre los cuales sede de una escuela de artes y oficios y dependencias municipales.


El esplendor del Gótico

Situada sobre la colina del Puigcardener, la Basílica de Santa Maria de la Seu es el principal monumento manresano y la iglesia mayor de la ciudad. Fue proyectada por Berenguer de Montagut -quien también proyectó obras tan importantes como Santa María del Mar de Barcelona- y construida sobre una iglesia románica (en el siglo IX, en tiempos del conde Guifré el Pilós ya se edificó aquí una iglesia dedicada a Santa María, y posteriormente otra iglesia rehecha por el Abat Oliba).

En 1301 el Consell de la ciudad aprobó su construcción pero las obras empezaron en 1328 y no se acabaron hasta el siglo XV (tardaron 160 años en construirla). Es uno de los ejemplos más importantes del Gótico catalán. Es austera en la decoración, predominan los volúmenes horizontales y la planta es de una sola nave central de gran amplitud (la segunda más ancha de Cataluña, después de la de Girona). La fachada principal es neogótica, proyectada por Alexandre Soler i March, asesorado por Antoni Gaudí. 

Fue financiada por las autoridades locales y por las aportaciones de los gremios manresanos (era una forma de demostrar su "poderío" económico). 

El portal está presidido por la figura de la Virgen (obra de Berenguer Ferrer) y coronado con un característico frontón que lo asemeja al estilo gótico internacional.

Al entrar también vemos el portal románico que pertenece a la primitiva iglesia. Los capiteles representan escenas propias del románico.

El claustro es de estilo neoclásico (en substitución de uno anterior, probablemente gótico) y además de haber una capilla de la Purísima (Capella dels Favets) también es el punto de recepción de los visitantes, donde puedes comprar una entrada combinada para visitar la Seu i el Carrer del Balç (sale más a cuenta que comprar las entradas por separado).

Cuando Ignacio de Loyola llegó a Manresa y visitaba la Seu de manera cotidiana apenas estaba edificado el cuerpo básico del templo, la nave y las capillas laterales. Todavía no se había construido el campanario y la capilla del santísimo.

La Seu también tiene mucho interés artístico por las obras que conserva en su interior, como cuatro retablos góticos de gran valor. 

El retablo del Espíritu Santo es considerada la obra maestra de Pere Serra, uno de los grandes pintores catalanes del siglo XIV. Fue encargada por el gremio de peleteros (cuireters) de la ciudad -que tenían al Espíritu Santo como patrón-, tiene una gran riqueza iconográfica y se encuentra en un buen estado de conservación. El estilo de este pintor destaca por unas composiciones amables, equilibradas, incluso algo ingenuas, con rostros cándidos y redondeados, colores suaves y sin excesivos contrastes. El tema central del retablo es Pentecostés o el advenimiento del Espíritu Santo y el conjunto pictórico y las diferentes escenas hacen referencia a la historia de la Redención.

El retablo de San Marcos.- Encargado por el gremio de zapateros de Barcelona, es considerado uno de los mejores dentro de la corriente de influencia italiana. Sus imágenes son de gran calidad artística y representan momentos de la vida de San Marcos y Sant Anià. Reproduce la vida cotidiana con mucho detalle, las calles, las personas, la indumentaria, etc.

El retablo de San Miguel y San Nicolás.- Obra de Jaume Cabrera, discípulo de Pere Serra y representante de la transición entre el estilo italogótico y el gótico internacional. Sólo quedan siete tablas, el resto fueron destruidas en el incendio de 1714.

El retablo de la Santísima Trinidad es un ejemplo de pintura gótica tardía y fue realizado por el pintor barcelonés Antoni Marquès. El tema es la teofanía, es decir, la manifestación de Dios. Esta pintura apunta ya a un estilo y elementos renacentistas, con figuras y paisajes muy realistas y donde se entrevé una influencia de la escuela flamenca.

En el baptisterio, de estilo neogótico, me llamaron la atención los vitrales, colocados siguiendo un orden cromático muy bonito y cuyo diseño es muy coherente con lo que se quiere transmitir.


La Seu de Manresa se ha ido ampliando de forma dinámica. Es un conjunto arquitectónico vivo, dinámico, en constante evolución y adaptación, y en constante funcionamiento, con la capacidad de adaptarse a la época actual sin romper su harmonía. De forma consecuente, se ha concebido un diseño que sugiere unos valores espirituales con una impresión visual sencilla, simple y colorista; que utiliza un simbolismo actual, de estilo abstracto, no figurativo, pero que a la vez es de fácil comprensión; un diseño global, como escenario circular, donde es imprescindible la unidad de la composición; y quiere hacer sentir al espectador un espacio harmónico, agradable, que le produzca bienestar.

La simbología utilizada quiere transmitir la idea del bautismo como experiencia de bienvenida a una nueva vida llena de luz, una explosión de alegría una vez salvados y purificados de pecados. También sugiere la pertenencia a la comunidad cristiana, representada por el símbolo del pez.

Un viaje medieval

Calle del Balç

Todavía conserva la esencia de calle medieval, como la que debió conocer Ignacio de Loyola en su estancia de 11 meses en la ciudad en 1522. Formaba parte del núcleo de la ciudad medieval nacido alrededor del mercado, en la plaza mayor, y es un magnífico ejemplo de urbanismo medieval. De trazado estrecho y sinuoso, la calle se adapta al perfil de un riscal ("balcera" en catalán) con diferentes niveles escalonados y discurre bajo los porches que se levantan entre las casas para poder aprovechar el escaso espacio que había en el interior de la ciudad amurallada. Se puede visitar en el centro de interpretación, en una experiencia que combina los audiovisuales y la explicación de una guía, y que realmente emociona pues llegar a sentirte como un habitante de aquella época. El mundo de los gremios, las oligarquías, las familias nobles de la ciudad, la vida cotidiana en una calle medieval y los factores que hicieron posible la construcción de la "Sèquia". Un montaje multimedia que nos permite ver y escuchar la historia narrada y personalizada en la figura del rey Pere III el Cerimoniós (Pedro IV de Aragón), el gran monarca forjador de las principales instituciones del estado catalán.

La peculiar orografía del terreno ha propiciado que quedase como una estrecha calle intermedia. A partir del siglo XVI la calle se privatiza y las bodegas y bajos se incorporan a las calles de forma que queda como un pasaje interior y cerrado. Este aislamiento hizo que esta calle se librase de los graves incendios que Manresa sufrió en 1713, por la Guerra de Sucesión, y en 1811, por la Guerra de la Independencia. Eso ha conseguido que ahora se pueda pasear por aquí admirando un conjunto único que preserva de forma muy auténtica el ambiente medieval.

Convento e Iglesia del Carme

En 1308 los frailes carmelitas se establecieron en la ciudad y fundaron un convento y una iglesia. En el siglo XVIII se reestructuró todo el convento y el antiguo claustro gótico, del que se han conservado algunos capiteles, se substituyó por el que hay ahora, de estilo neoclásico. En 1835 fue abandonado por la desamortización. Más tarde fue caserna militar y en 1990 todo el conjunto se remodeló como albergue.

La iglesia, originariamente gótica, fue proyectada por Berenguer de Montagut, el mismo arquitecto de la Seu. Era una de las iglesias más grandes de la Manresa medieval. Según la tradición, en 1345 aquí tuvo lugar el milagro de la Luz, relacionado con el conflicto que originó la construcción de la acequia en Manresa entre el obispo de Vic y la ciudad. En el año 1936 durante la Guerra Civil fue completamente derribada. La reconstrucción, que se inspira en la iglesia medieval, se llevó a cabo entre 1944 y 1959. 


Según la tradición, durante los meses en que Ignacio de Loyola estuvo en Manresa, entre los años 1522 y 1523, no había un día en que no visitara los edificios de la Seu, Sant Domènec i el Carme.

Arc del Carrer d'en Botí

Aquí probablemente se levantó un casal gótico totalmente reformado en épocas posteriores. Ha quedado un arco de tradición medieval sobre la calle d'en Botí con un característico ventanal.

El Pont Vell

Construido en el siglo XII y reconstruido varias veces a causa de las riadas, era el principal acceso a al ciudad. Está situado en un paso estrecho del río. Es un puente de tradición románica con arcos de medio punto adoquinados. Es un espléndido mirador de la fachada manresana del Cardener.

La Cova

En 1522 Ignacio de Loyola hizo una estancia de casi un año en la ciudad. Durante este tiempo experimentó una profunda transformación espiritual y más tarde fundó la compañía de Jesús. En este lugar se inspiró para escribir sus conocidos Ejercicios Espirituales. Con los años, lo que había sido una sencilla cueva se monumentalizó y se transformo en un gran santuario, el principal sitio ignaciano y el que da una proyección internacional a la ciudad.

Cuando llegó a Manresa, Ignacio de Loyola probablemente cruzó el Puente Viejo (Pont Vell). La ciudad y sus gentes fueron testigos de sus vivencias. Manresa tenía entonces unos 2.000 habitantes y presentaba un aspecto medieval. Distintos espacios de la ciudad conservan aún la huella del santo. Su recuerdo ha transformado el paisaje a través de distintos monumentos, entre ellos la cueva de San Ignacio, entorno a la gruta en que, según la tradición, se retiraba a rezar y a hacer vida solitaria. La Cueva de San Ignacio fusiona arte y naturaleza. Convertida hoy en centro de espiritualidad, atrae a miles de peregrinos. Junto a la iglesia, cuando escribo estas líneas, están en obras y no se pueden visitar.

Dónde comer

Seguro que hay muchos sitios para comer muy bien en Manresa (el Espai Gastronòmic del Kursal sonaba bien) pero nosotros tropezamos indudablemente con una de las mejores alternativas. Un lugar acogedor, con un trato exquisito: el restaurante Canonge, un proyecto de la fundación Ampans, que trabaja creando oportunidades laborales para las personas con discapacidad intelectual. Aquí tomamos un menú degustación, "menú verema", que estaba delicioso. Lástima que sólo tomé un par de fotos de los platos (¡lo siento! pero es que soy de esas personas que cuando se sienta a la mesa se olvida del móvil y sólo se concentra en disfrutar del momento con la persona que tiene delante). 

Pero sí tengo foto de la lista de platos que componían el menú :)


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