jueves, 18 de noviembre de 2010

He jugat amb els llops

He jugado con los lobos. Es un libro que me acabo de leer y que me gustaría recomendar. La historia ya me conmovió cuando la escuché por primera vez, porque es una historia real, que ocurrió en algún lugar de Sierra Morena en la época de la posguerra.

Marcos era un niño de seis años maltratado por su madrastra y al que su padre acabó vendiendo al propietario de unas cabras. Su nuevo "dueño" le asignó el cuidado permanente del rebaño. Así que Marcos creció y vivió desde los seis hasta los diecinueve años en las montañas. Solo y aislado, cuidando de un rebaño de cabras. Nunca nadie le trajo comida, ni agua, ni ropa. Al principio convivió con un viejo pastor que le enseñó lo básico para sobrevivir en esas condiciones y, una vez creyó que ya lo había aprendido, el pastor desapareció sin dar más explicaciones.

Marcos pasó miedo. Comía hierbas, conejos y peces y bebía la leche de las cabras. Se hizo amigo de los animales y él asegura (la historia la narra él mismo en primera persona) que le llegaron a proteger en muchas ocasiones. Era la manera que ellos tenían de agradecerle el cariño y el alimento que les daba. Convivió con una culebra que lo acompañaba a todas partes. Con zorros, pájaros, ratas y búhos. Y con lobos, llegando incluso a jugar con sus cachorros.

Es una historia triste y contiene muchas frases contundentes que dan qué pensar. Como que uno realmente no sabe qué es más salvaje, si vivir en la montaña con los animales o vivir en la jungla del asfalto. La gente de la ciudad tenía miedo del "hombre salvaje de las montañas". Pero Marcos tenía miedo de las personas. Gritaban, mentían y maltrataban a los animales. Y todo eso le causaba mucha ansiedad. Marcos nunca entendió por qué nadie tuvo con él un gesto de cariño, cuando los animales matarían para proteger a sus crías.

Actualmente Marcos tiene unos sesenta y cinco años y vive en Galicia, con unas personas que le adoptaron al cabo de un tiempo de que la Guardia Civil lo rescatara de las montañas y lo llevara a la ciudad.

Dice Marcos que hay mucha gente que no se cree su historia, las cosas que cuenta sobre la relación y la comunicación que tuvo con los animales. Y dice el autor que quizás lo importante no es lo que sucedió en realidad sino cómo creyó él que sucedía. Cómo lo vivió. Porque tal vez fue su imaginación la que le salvó y le permitió sobrevivir tantos años de aquella manera.

El libro me ha enganchado de principio a fin (cosa que me cuesta mucho), por la intensidad constante en la narración. Se lee fácil y rápido y es de muy buena comprensión, a pesar de que no sé si me lo he leído en un catalán que tenía muchas palabras en mallorquín o es que está escrito propiamente en mallorquín. El autor es Gabriel Janer Manila y el libro obtuvo el Premi Joaquim Ruyra de Narrativa en 2009.

3 comentarios:

  1. Hola Meri, muchas gracias por tu comentario en mi blog fueron unas palabras muy bonitas y te lo agradezco mucho ese tipo de comentarios me alegran el día, yo también vi tu blog destacado en La vanguardia leí algunas entradas del blog y me pareció interesante, esta entrada me gustó por que me gusta leer y este libro no lo he leído y parece que esta bien lo de "Marcos tenía miedo de las personas. Gritaban, mentían y maltrataban a los animales" tiene mucha razón, no me gusta el maltrato a los animales y haría lo que fuera para detenerlo pero es que yo no puedo hacer nada. Bueno, sigue publicando mas entradas como esta y la de "Mum y paf" me gustó mucho.
    Saludos tambien desde Badajoz.

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  2. Las bestias están en nuestra alma, basta con vivir las experiencias necesarias para despertarlos, de igual modo los monstruos están en nuestras partes de la generación, bastan experiencias propicias para activarlos...por suerte lo humano también esta en nuestros genes... ¿por qué nos resistiremos tanto a que despierten?

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  3. Tal vez por la imposición de las normas que rigen nuestra sociedad. Ellas son con frecuencia mucho más fuertes que todo lo demás ... aunque vete a saber, quizás esa parte más bestia y monstruosa de nosotros ya está bien que se quede ahí dentro, quietecita donde está ;-)

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