Una de las experiencias emocionalmente más intensas de mi vida la he vivido en las Islas Azores, cuando me sumergí en el Océano Atlántico para nadar junto a una manada de más de 20 delfines salvajes en mar abierto. Observarles y ver lo curiosos que son y cómo se comportan ahí abajo, en el profundo océano azul, en su medio natural, fue algo espectacular. Los treinta minutos del trayecto de vuelta en lancha me los pasé conteniendo el llanto como pude, completamente desbordada de la emoción que sentí. Pero ése no fue el único recuerdo inolvidable que me llevé de allí.
Las Islas Azores son un paraíso. El secreto mejor guardado del Atlántico es un archipiélago de nueve islas que configuran un singular jardín de colores: São Jorge, Terceira, Santa María, Graciosa, Flores, Corvo ... Bien por el color de las flores que predominan en ellas, su vegetación o su terreno y rocas, cada una se identifica con un color diferente. São Miguel -la principal- es la isla verde.
Azores es naturaleza pura, bellos paisajes, senderismo y aventura en un destino totalmente sostenible, que cuida mucho sus recursos naturales y la no masificación turística. Todas las actividades se organizan en un contexto de pleno respeto a la flora y fauna, buscando siempre el equilibrio entre experiencias sublimes y la preservación de los recursos naturales.
Y aparte de nadar con los delfines, ¿qué más se puede hacer en São Miguel?
Descubrir la costa sur de la isla en lancha, observando delfines y ballenas en su hábitat natural.
Navegar hasta el islote de
Vila Franca do Campo, el cráter de un antiguo volcán sumergido y clasificado como Reserva Natural desde 1983. Está en una zona a la que sólo se puede acceder por mar. Sus paredes están revestidas de vegetación endémica y en su interior hay una piscina natural que se comunica con el mar a través de un estrecho pasaje.
Pasearse por Terra Nostra Park, en el Valle de Furnas, considerado uno de los mejores ejemplos de jardines románticos del siglo XVIII, con su colorida variedad de flores exóticas, pequeñas cascadas, lagos y árboles centenarios que le otorgan, a este lugar, un gran valor botánico.
En los jardines hay
piscinas termales en las que también podemos
darnos un baño. La piscina principal es de agua muy cálida y tiene un color que al verlo tira un poco para atrás pero ese tono entre marrón claro y amarillo es por la gran cantidad de hierro que contiene el agua.
Alrededor de ella hay otras pequeñas pozas termales que ya no tienen este aspecto barroso y en las que se puede ir alternando el baño. Por cierto, para esta ocasión recomiendo usar un bañador sencillo o viejo, porque después se queda muy estropeado (aquí ya tuve que retirar mi precioso -y caro-
bikini Triangl).
Más actividades: visitar la
Laguna de Furnas, donde se puede contemplar la intensa actividad volcánica de la isla a través de sus calderas, y ver cómo se prepara el famoso “
Cozido das Furnas”, uno de los platos más emblemáticos de la isla, gracias al calor natural que emana la actividad volcánica de la zona. ¡Está delicioso!
Degustar relajadamente un té mientras se contempla el paisaje de la isla, en la única
plantación de té que hay en Europa.
O visitar las
plantaciones de piñas, que también están riquísimas.
Deslumbrarse con uno de los escenarios más bonitos de la isla,
Lagoa do Fogo, con unas maravillosas vistas. Un gran lago azul de unos 2 km de largo por 1 de ancho que ocupa el suelo del cráter de un volcán extinguido, cuya caldera se formó de manera definitiva tras la última erupción de 1563.
Darse un fantástico baño en las aguas calientes de
Caldeira Velha, un conjunto de pozas termales reconocidas como Monumento Regional de las Islas Azores, que cuenta con una vegetación muy exótica y variada.
Hacer barranquismo en el
Parque Natural de Ribeira dos Caldeirões, caminando dentro del agua, rodeados de vegetación, saltando a piscinas naturales de aguas cristalinas, que se encuentran entre las rocas formadas por el flujo de la corriente, y desafiando las cascadas -el salto de agua más alto es desde más de 7 metros-. Adrenalina y diversión en un auténtico parque acuático creado por la naturaleza.
Observar desde el mirador Vista do Rei la Laguna das Sete Cidades, la más conocida del archipiélago. Una maravilla de la naturaleza de origen volcánico, con sus diferentes colores de fondo.
Pasear por
Ponta Delgada, la capital de São Miguel, y cruzar lo que es todo un símbolo de la ciudad, las
Portas da Cidade, lo que nos garantiza según la leyenda que volveremos a la isla. Y es que cuando a uno le proponen irse a las Azores tal vez pueda pensar "¿Azores? Hay mil sitios a los que preferiría ir antes de Azores". Pero la verdad es que cuando uno las visita (normalmente suele empezar por São Miguel, que es la más grande), sólo piensa en volver algún día para conocer las demás.
Nada más aterrizar en la isla uno ya se queda prendado de la arquitectura tan característica, con edificios en blanco y negro, cierto aire decadente, gris ... Aquí la iglesia de San Pedro, ¡preciosa!
Y una última propuesta: sentarse a cenar en cualquier restaurante, acompañando la cena con con un vino blanco ligero, afrutado y fresco de Pico. Los viñedos de la isla de
Pico son muy peculiares. Están ubicados sobre suelo volcánico -rico en nutrientes- y a pocos metros sobre el nivel del mar, así que la brisa marina llega a ellos de forma continua. Gozan de un micro-clima seco y cálido, por los muretes de piedra oscura que protegen las laderas del viento y que se calientan con el sol. Todo ello hace que tengan muy buenas condiciones de maduración y eso, unido a las prácticas de cultivo ancestrales, hacen del vino de Pico un vino excepcional. Todo este paisaje de cultivo de la isla fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2004.
No puedo acabar este recorrido por todas las cosas que se pueden ver y hacer en la isla sin mencionar de la mano de quién visitamos esta isla: desde Barcelona, asesorados por la agencia de Viajes
Temps d'Oci. Unos chicos que saben escucharte, entenderte y ofrecerte experiencias de viaje personalizadas a la medida de tus preferencias y necesidades. Con ellos ya nos hemos ido también a Japón y Marruecos. Unos cracks. Y también
Picos de Aventura, la empresa de experiencias turísticas en la isla con la que contratamos todas las excursiones. Muy majos y profesionales.