Cataluña sentencia. Con titulares de prensa como éste amanece hoy el día en Catalunya. El día después de que un millón y medio de catalanes ("miles de personas", según uno de los medios de comunicación estatales al que oí ayer haciendo zapping) se manifestaran por las calles de Barcelona para protestar. El lema de la manifestación “Som una nació. Nosaltres decidim” y el motivo principal de la protesta, decirle al Tribunal Constitucional, unidos y en voz alta, que a la mayoría de catalanes no nos ha sentado nada bien la sentencia sobre el Estatut. Para resumir, estamos disgustados por el grado de intervencionismo que dispone y nos sentimos humillados y maltratados por la tardanza en la emisión de la misma (casi cuatro años).
Las especificidades lingüísticas sobre el uso del término nación, sinceramente, a estas alturas, creo que a muchos nos dan igual. Son otras cosas las que nos preocupan más. Sentimos que pertenecemos a una nación porque tenemos una historia, unas costumbres, unos paisajes y una lengua propia. La que hemos mamado desde que nacimos. Y nos da igual que la máxima autoridad jurídica de este país ponga por escrito que no. Es un órgano que ha perdido credibilidad para nosotros. ¿Magistrados que han caducado su mandato, políticamente simpatizantes de un u otro lado y tardando cuatro años en decirnos algo? Cuesta mucho sentir respeto.
Es una pena porque nosotros somos perfectamente capaces de vivir atados a una cuerda. Aunque nos aprete. Pero no podemos sentir que la cuerda nos ahoga porque entonces lo que tenemos es ganas de romperla. Y eso, por mucho que los políticos y los medios de comunicación pretendan influir en las opiniones de los españoles, quiero pensar que es algo que puede entender cualquiera que viva en la otra punta de España. Pedimos más autonomía, no la independencia. Y eso hay que afrontarlo de la misma forma que lo hace un padre cuando su hijo adolescente le pide más margen (más autonomía). Con responsabilidad, con seriedad y sin miedo.
No obstante, todo lo que ahora ocurre no me quita el orgullo de poder hablar y escribir perfectamente en dos idiomas, el catalán y el castellano. Hablo indistintamente con uno o con el otro. Depende de mis interlocutores. Es un orgullo que trato de transmitir a mis hijos. Con ellos he inventado un juego que consiste en encontrar palabras que se digan completamente diferentes en catalán y en castellano. Nos divertimos mucho constatando la diferencia. El juego es didáctido, divertido y entretenido, y me sirve para que vayan enriqueciendo su vocabulario multiplicado por dos. Bueno por tres, porque además acabamos traduciendo la palabra también al inglés. Así, cuando en el resto de España llueve a cántaros, aquí plou a bots i barrals. Y ante el mismo fenómeno metereológico, resulta que para otros it’s raining cats and dogs. Más de doscientas palabras tenemos registradas ya en nuestro particular diccionario familiar.
Bueno, acabo ya. Anochece (Es fa de nit) y quiero empezar a preparar la fiesta que vamos a vivir esta noche. Voy a ver el gran partido de España-Holanda con mi familia. No hemos colgado la bandera española en el balcón. Tampoco la catalana. Tengo ganas de fútbol, no de mezclar política y deporte. Y quiero que gane España. La rabia del momento me hace querer recordar que la mitad del equipo que saldrá al campo esta noche es del Barça. Y que cinco de los jugadores son catalanes. Que hemos llegado a esta final con un total de ocho golitos que llevan el sello blaugrana. Y que quien nos ha dado el pase a la final es un catalanista independendista, con un golazo que metió de cabeza calcado al que le metimos al Real Madrid en el histórico 2-6. Pero una vez ya he vomitado la rabia me sereno y me gusta pensar que la otra mitad del equipo no tiene nada que ver con Catalunya y que en realidad es el mejor trabajo en equipo el que nos ha hecho llegar hasta aquí. Eso, y tener un líder que ha sabido transmitir espíritu de equipo, ha mostrado confianza a todos sus jugadores y les ha inyectado ilusión de juego. Tal vez los políticos deberían ver un poco más de futbol y tomar nota. Y a vosotros, chicos, a los que vais a salir esta noche al campo a morder, dejadme que os felicite por avanzado. Porque vais a conseguir una victoria épica e insólita. Sé que lo vais a conseguir, lo presiento. Tenéis todo lo necesario. Un conjunto de excelentes individualidades que se funden en perfecta harmonía y equilibrio en un mismo equipo, con un mismo objetivo. Felicidades. Será un bonito paréntesis de felicidad dentro de la tempestad política en la que estamos inmersos constantemente. ¡A por ellos!
domingo, 11 de julio de 2010
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Y ganaron... hace ya algún tiempo nos habían ganado a nosotros... un chilenito como yo les metió el último gol... felicitaciones.
ResponderEliminarLo demás:
1.- Escribes bien
2.- También me dá rabia cuando las consideraciones de poder de otros, me afectan de forma irracional.... es el problema de ser minoría... pero, sin connotación emocional alguna, ni intención para nada... la democracia sigue siendo el menos malo de los gobiernos... sería eso sí menos malo si los poderes económicos tuviesen menos poder.
Gracias por tu comentario. Sí, es cierto que a veces deberíamos levantar la cabeza y mirar más a nuestro alrededor. Ya les gustaría a muchos países tener nuestros problemas, al fin y al cabo, aquí no vivimos nada mal.
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