Cada
año publican este estudio y el destino ha querido que precisamente hoy, a las
puertas del Día Mundial de la Salud Mental, haya terminado de leer Un amor como fuegos artificiales, de Marta Espí, una novela valiente y
esperanzadora que aborda la salud mental juvenil con una delicada mezcla de
crudeza, ternura y verdad.
Me ha
emocionado por su mirada positiva hacia la sensibilidad, por el trabajo de documentación que lleva detrás y por su forma de recordar lo
esencial: escuchar, acompañar, abrazar.
Marta sólo
tiene 20 años y es alumna del Tecnocampus-Mataró (UPF). Me impresiona su madurez y la valentía con la que se estrena como escritora, abordando un
tema tan necesario.
En la novela desfilan,
uno a uno, los distintos problemas de salud mental. Se habla de ellos sin tapujos ni maquillajes, poniéndolos sobre la mesa con
crudeza y honestidad, y permitiendo que los sentimientos nos atraviesen desde
todos los puntos de vista. Así, podemos conocerlos, entenderlos y vivirlos
desde diferentes ángulos, a través de unos personajes que se vuelven
entrañables.
La historia,
inevitablemente, destila tristeza, dolor y angustia, pero también esperanza,
luz y amor. Un amor auténtico: el que se basa en el cariño, el respeto, la confianza
y la comunicación. Por eso también es destacable que, en un momento en el que la pornografía ha
adelantado por la derecha a nuestros jóvenes en su aprendizaje sobre sexualidad, tome protagonismo una historia de amor que se cuece a fuego lento.
Y todo ello, relatado de una manera muy especial, combinado de forma mágica la dureza del tema con una dulzura preciosa, que atrapa con sus giros argumentales. Una autora joven que llega para dejar huella.
En un
día como hoy, la lectura de este libro me ha hecho pensar que hablar de salud mental no
debería ser un acto de valentía, sino algo natural.
Que no
es un signo de debilidad, sino de humanidad.
Que
detrás de cada historia, real o inventada, hay un deseo común: ser
comprendidos.
Y que
la literatura, a veces, también puede ser una forma de cuidar 💚